Ya dije en mi artículo anterior, sobre la distribución, que esa era una de las razones por las que el libro en España es tan caro. Ahora toca hablar sobre otra de las razones: la Ley 10/2007, de 22 de junio, de la lectura, del libro y de las bibliotecas. Especialmente de su artículo 9, cuyo punto 1 os copio a continuación:
1. Toda persona que edita, importa o reimporta libros está obligada a establecer un precio fijo de venta al público o de transacción al consumidor final de los libros que se editen, importen o reimporten, todo ello con independencia del lugar en que se realice la venta o del procedimiento u operador económico a través del cual se efectúa la transacción.
3. El precio de venta al público podrá oscilar entre el 95 por 100 y el 100 por 100 del precio fijo.
Lo primero, y para hablar sobre todas las partes implicadas... ¿Por qué surge esta disposición? Básicamente, porque los libreros más pequeños no pueden permitirse competir contra los grandes libreros en una guerra de precios. Imaginad la siguiente situación:
Sois un librero pequeño y han abierto una sede de Casa del libro, en una superficie similar a la vuestra, justo enfrente de vuestro local. Tenéis más o menos los mismos libros.
Sin la ley, la estrategia de Casa del libro es evidente. De entrada, tiene ventaja sobre ti porque tú te llevas sólo un 30% y ellos se llevan un 10-15% más. Así que baja los márgenes de beneficio hasta el 30%, que es lo que tú te llevas, poniendo el precio más bajo. Ahora tú tienes los precios más altos, de modo que para evitar perder clientes rebajas tu margen para igualar tus precios a Casa del libro. Y Casa del libro sigue bajando su margen hasta que tú te quedas sin ninguno (mientras que ellos siguen teniendo un poco) y te hundes. Tan sencillo como eso.
Con la ley, no pueden hacer eso. Tienen más margen que tú, pero como no pueden bajar el precio del libro más de un 5%, no podéis entrar en una guerra de precios que te lleve a la ruina. Por supuesto, tienen otras ventajas aparte de un margen de beneficio superior. La situación planteada es demasiado idílica. Cualquier gran superficie siempre tendrá más espacio en la tienda que tú, y por tanto más variedad, por ejemplo. Pero ese es otro tema.
Pero ahora pasemos a la otra parte implicada, que es la que nos interesa. El consumidor. Evidentemente, con esta ley se ve completamente perjudicado. No sólo por la guerra de precios que se generaría con las librerías más pequeñas, sino especialmente por la guerra de precios que se generaría entre unas grandes superficies y otras. Porque las situaciones en las que se fija el precio libremente casi siempre tienen como consecuencia una bajada de precios, salvo (ilegales) acuerdos entre los principales competidores.
Voy más allá. Si empezara a darse una situación de ese tipo, las librerías comenzarían a priorizar los libros de las editoriales que les dieran más margen de beneficio dándoles espacios preferentes a la hora de colocarlos... Y las editoriales buscarían la forma de bajar sus precios para que no priorizaran a su competencia (y aquí tenemos a otros beneficiarios indirectos de esta ley: los editores). El equilibrio llegaría, según estimo, con un nivel de precios entre un 10 y un 20% más barato.
En definitiva, al poner un precio mínimo, la ley evita esa bajada de precios, perjudicando al consumidor pero "salvando" a los libreros y editoriales menos competitivos.