Últimamente, la mala educación brilla por su ausencia en las firmas de libros. Solo hay que ver casos extremos como cuando los antidisturbios tuvieron que escoltar a Laura Gallego por culpa de ciertos individuos para saber que algo no anda bien. Pero no hay que irse a esos casos extremos: casi todas las veces que voy a que me firme algún autor me encuentro con individuos de esos a los que te dan ganas de pegarles un tiro por parásitos y maleducados.
El ejemplo más reciente que puedo dar es en la presentación de Seraphina. Carlota Echevarría iba de presentadora y yo aproveché para llevarme los libros de Princesas al ataque para que me los firmara. Fui la primera de la cola (también la única que llevaba libros) y todo el rato que me estuvo firmando
Carlota, que es muy maja y no tiene inconveniente en charlar, tuve que
aguantar a las groseras de
las señoras de atrás, que querían que les firmara un marcapáginas de El templo de las mil puertas y una libretita y no paraban de protestar porque "La autora está
tardando mucho y esa chica ha traído muchos libros". Al final, no tuve más remedio que girarme y decir a las señoras:
-Pues sí, me he traído cuatro y los cuatro me va a firmar. Yo por lo menos me traigo sus libros y no vengo simplemente a la caza de firmas, ¿tienen algún problema con eso?
Lo más gracioso es que, encima, se comportaron como si la maleducada fuera yo por decirles la verdad y ponerles los puntos sobre las íes. Cada vez se ve más gente así. Ni siquiera llevan libro, pero hacen cola para que los autores les firmen en cualquier lado (libretas, marcapáginas, trocitos de papel...) y molestan a los que sí llevamos libro tanto por sus comentarios como con sus empujones y sus intentos constantes de colarse.
-Pues sí, me he traído cuatro y los cuatro me va a firmar. Yo por lo menos me traigo sus libros y no vengo simplemente a la caza de firmas, ¿tienen algún problema con eso?
Lo más gracioso es que, encima, se comportaron como si la maleducada fuera yo por decirles la verdad y ponerles los puntos sobre las íes. Cada vez se ve más gente así. Ni siquiera llevan libro, pero hacen cola para que los autores les firmen en cualquier lado (libretas, marcapáginas, trocitos de papel...) y molestan a los que sí llevamos libro tanto por sus comentarios como con sus empujones y sus intentos constantes de colarse.
Muchos llevan la libreta o el marcapáginas porque se han leído el ebook y
en electrónico no pueden firmárselo: no hablo de ellos, me parece tan respetable como ir con el libro físico. Y algunos solo van a por la firma, pero son educados. No tengo nada contra ellos. Contra
quienes sí tengo algo es contra los que:
- Son unos maleducados: molestan, gruñen, insultan, empujan, intentan colarse, protestan porque llevas muchos libros o porque entretienes al autor...
- No se han leído el libro ni conocen al autor pero van a la caza de firmas porque (cito textualmente algo que he escuchado de primera mano) "si hay tanta gente en la cola seguro que es porque es conocido". Si dicen eso alegremente en la cola, mucho respeto por los autores y por su obra no tienen. Y por los lectores tampoco.
- Lo más triste: algunos que van por encargo de un lector al que no le apetece guardar cola o para revender el libro firmado.
Las señoras de ese día iban en ese plan: no habían leído Princesas al ataque, ni
siquiera sabían que los cuatro libros que llevaba yo eran los cuatro
que componen la saga. Querían la firma por la firma, solo porque
Carlota es conocida, igual que había una cola inmensa para lo mismo con
Sebas (al que no conozco personalmente, pero al que siempre veo asediado
por un montón de cazadores de firmas).
Creo que, además de porque son peor que un grano en el culo, este asunto me molesta mucho porque estropea el espíritu de la firma de libros: demostrar la admiración sana que tiene un lector hacia un autor que ha escrito una historia que le ha llegado al corazón. Porque las firmas de libros son, ni más ni menos, eso: un lector que quiere estar cara a cara con un autor que le gusta, puede que intercambiar unas palabras con él y, de recuerdo, llevarse el libro que tanto le gusta firmado.
Los cazafirmas maleducados deslucen la magia del momento: colas más largas y desde luego menos tranquilas. Por no hablar de que son gente tóxica que te ponen de mal humor y enturbian lo que debería ser un momento bonito.
También predisponen en contra de este tipo de acontecimientos a los autores. No en vano, un escritor hace la firma por dos motivos principales: tener contacto directo con lectores (o futuros lectores) y vender más ejemplares de su obra. Esta gente ni es lectora, ni lo será, ni comprará el libro. Francamente, si yo tuviera que pasarme un par de horas firmando libretas y marcapáginas a gente que no sabe exactamente quién soy yo, ni lo que escribo, y que no siente el más mínimo interés en mí más allá de mi firma, me cabrearía mucho.
Así pues, si eres un lector de verdad y vas a una firma por un motivo legítimo, no te calles ni te tragues la rabia cuando te veas ante una situación desagradable con estos individuos: lo menos que se merecen es que les llames maleducados. Actuarán como si tú fueras el que lo hace mal, pero tienes la conciencia tranquila... y te aseguro que desahoga bastante decirles cuatro cosas bien merecidas.