El encuentro con Brandon Sanderson, que esperaba con mucha ilusión, resultó ser una absoluta decepción. Pasé buena parte de la mañana en que salieron las entradas refrescando la página cada cinco minutos y por fin conseguí mi entrada, por no hablar de que el día del encuentro fue una auténtica odisea llegar a tiempo. Ya os contaré por qué: solo adelanto que llegué agotada, cojeando y sangrando (literalmente: al acabar la charla fui directa a urgencias), justo a la hora y con mi entrada... solo para que me dijeran que no había asientos, no podía entrar y tenía que ver el encuentro en una zona de sillones incómodos con una mierda de pantalla gigante
Me parece indignante que una empresa que presume de Big Data, como es Telefónica, no hubiera sido capaz de hacer un modelo capaz de predecir cuántas entradas tenía que poner a disposición del público para que se llenara su espacio sin dejar a gente con entrada fuera. No éramos precisamente pocos los que tuvimos que conformarnos con eso, y algunos veníamos de lejos solo por la oportunidad de verle. Para no poder ver en persona al autor, sin tener la remota oportunidad de hacerle preguntas, me quedo en mi casa, cómodamente, y lo veo en streaming. Pero claro, a esas alturas no podía hacer eso: me tocó quedarme en esos asientos horribles, mirando una pantalla que le cortaba en 9 trozos.
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