Parece una tontería, pero para mí un libro es perfecto, exteriormente, cuando queda bien en mi estantería. Parece que no, pero para una persona que tiene los libros ordenados por tamaño, a poder ser por colores, es fundamental. Un libro con canto más pequeño que quede en medio por necesidad (las sagas van juntas casi siempre) rompe la estética. Y un canto feo también la rompe. Los libros independientes que tienen cantos feos, aunque me gusten, los pongo donde menos se vean. Y, como no los veo, no los releo. Y acabo por olvidarlos.
El canto es algo en lo que los editores no suelen fijarse (hay excepciones, claro, pero pocas), poniendo toda su atención en la portada. No se dan cuenta de que, una vez olvidadas las dos semanas que de media pasan los libros en la zona preferente, el canto y el título son lo que llamará (o no) la atención del comprador. Unas letras atractivas, un motivo estético, un detallito o un color agradable son la primera impresión que nos llevamos de la mayoría de los libros de una librería.
También hay que tener en cuenta, además de su atractivo, la dirección de las letras. Casi todas las editoriales lo hacen para un lado, pero algunas aún pretenden diferenciarse poniéndolo del otro. No se notaría si todos los libros del estante fueran de la misma editorial o estuviera en la misma dirección, pero no es el caso.
¿Consecuencia? Cuando voy una mañana a pasar el rato mirando libros (siempre cae alguno) y, acabados de ver los preferentes, paso a los estantes, empiezo moviendo el cuello para leerlos todos. A los cinco minutos me canso, inclino el cuello en la dirección en que están el 90% de los ejemplares y los otros o los leo al revés o me los salto. El canto tiene que ser muy atractivo para que me de por leer un título al revés.
Resulta hasta ridículo, pero es la realidad.
Lo cierto es que si hay un centenar de títulos en una estantería necesito que me lo pongan fácil. Cuanto menos tiempo tengo, más fácil me lo tienen que poner. Por eso casi siempre la gente va directa a las novedades y por eso casi siempre nos da por sacar el del canto bonito, salvo que vayamos buscando algo concreto. Luego podemos comprarlo o no, pero ya hemos dado el primer paso: lo hemos cogido, leemos la sinopsis, nos interesamos.
Vamos, que un canto como Dios manda puede marcar la diferencia entre el lo compro y el no me he enterado ni de que estaba en el estante.
Con todo esto en mente, y dado que no les cuesta un esfuerzo extra ponerlo bonito cuando hacen la cubierta, no dejo de sorprenderme cuando me encuentro con un esperpento de canto en un libro que, curiosamente, tiene una portada preciosa.
Cuánta razón tienes en que los detalles son importantes a la hora de escoger un libro entre cientos. Y la tortícolis es algo mundial, eh? XD
ResponderEliminarBesotes de lado.