Llevaba tiempo con ganas de visitar este museo y, dado que mis entradas gratuitas iban a caducar, decidí que era buen momento para que fuéramos. Quedamos una hora y media antes del cierre, para que nos diera tiempo a verlo con tranquilidad, y diré que en menos de tres cuartos de hora da tiempo a verlo de sobra.
La entrada que vemos nada más atravesar la verja es en realidad la salida: hay que atravesar el precioso jardín, al parecer diseñado por el propio artista, hasta la sala donde se venden las entradas y los souvenirs. Desde allí, nos dijeron que lo mejor era empezar a ver la parte de las cerámicas, y de esa zona pasar a la casa-museo propiamente dicha.
Parte de la gracia del museo es que, además de numerosos cuadros del pintor, un genio de la luz, es el lugar donde vivía y se han conservado las estancias tal y como estaban decoradas en su momento. Así nos podemos hacer una idea de cómo era su vida en esa casa, ver su despacho y su taller.
En definitiva, una visita interesante, aunque no dure mucho.
La entrada que vemos nada más atravesar la verja es en realidad la salida: hay que atravesar el precioso jardín, al parecer diseñado por el propio artista, hasta la sala donde se venden las entradas y los souvenirs. Desde allí, nos dijeron que lo mejor era empezar a ver la parte de las cerámicas, y de esa zona pasar a la casa-museo propiamente dicha.
Parte de la gracia del museo es que, además de numerosos cuadros del pintor, un genio de la luz, es el lugar donde vivía y se han conservado las estancias tal y como estaban decoradas en su momento. Así nos podemos hacer una idea de cómo era su vida en esa casa, ver su despacho y su taller.
En definitiva, una visita interesante, aunque no dure mucho.
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