Solo por la oportunidad de entrar en uno de esos antiguos palacetes ya merecería la pena, pero la verdad es que es un museo interesante y de lo más variopinto. Tiene de todo: desde joyas hasta grandes obras de arte, pasando por todo tipo de objetos como armas, abanicos, telas, cerámicas o esculturas de bronce. Todo está muy bien organizado a lo largo de cuatro plantas que conservan los techos pintados y detalles decorativos de entonces.
Había que seguir unas direcciones debido al Covid, pero era el orden lógico que habría seguido de todos modos. También había numerosos carteles explicativos, aunque algunos de los números de las piezas y sus referencias estaban colocados de forma un poco liosa. Existe la posibilidad de descargar la audioguía en el móvil, pero con los carteles me pareció suficiente.
A lo que no me atreví fue a abrir los cajones de la tercera planta. No sabía si estaba permitido y no había geles hidroalcólicos a la vista, así que no quise meter la gamba. Parece ser que sí que está pensado para que los visitantes lo abran y vean más tesoros aparte de lo expuesto en vitrinas, y en ningún sitio se especifica que no se puedan abrir. Me lo apunto para la próxima vez que vuelva. Porque sin duda volveré, es uno de esos museos que merece la pena visitar más de una vez con calma y resulta muy recomendable.
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¡Hola! No conocía este museo, pero tiene una pinta increíble. Me lo apunto para cuando pase por la ciudad.
ResponderEliminar¡Nos leemos!