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domingo, 30 de octubre de 2022

Visita a Puy du Fou 2022

Hacía años que le debía una visita a Puy du Fou, el parque temático de la Edad Media que hay en Toledo, a tres cuartos de hora de casa. Incluso antes del viaje a Granada tenía ganas de ir, pero allí coincidí con viajeros que me convencieron de que merecía la pena.
Aun así, no esperaba tanto. Pensaba que sería lo típico, un pueblo medieval prefabricado con algunos actores representando papeles aquí y allá. Nada más lejos de la realidad, es una auténtica pasada, con un despliegue de medios y tecnología alucinante que hace que todas las atracciones te dejen con la boca abierta.  
Era el último día de espectáculos y no reservamos con suficiente antelación, por lo que no pudimos ver El sueño de Toledo, que es la joya de la corona, pero fuimos de todas formas al resto de atracciones del parque. 
Puy du Fou, Toledo
Lo primero que hicimos fue ir a Allende la mar océana, escuchando de camino las Elucubraciones del sereno y encontrándonos con una cola de cuatenta minutos. Merece la pena, y además en un tramo un actor la hizo amena. La atracción consiste en la travesía de Colón desde que la reina Isabel decide financiarla (vemos el estudio de Colón, la audiencia...) hasta que llegan a las indias. Y el barco se siente como un barco, se mueve y por las ventanas se ve el mar agitado, con actores aquí y allá y todo muy bien decorado. Hay agua, hay viento y hay hasta olor a barco, está todo muy bien logrado (aunque marea un poco).
Al acabar, fuimos a ver la actuación de cetrería. Había estado en otras antes y esperaba lo de siempre: un cetrero enseñando distintas aves y viendo cómo vuelan. Pues no. Es un espectáculo teatralizado con alrededor de doscientos pájaros de distintas especies, increíblemente coordinado a lo largo de todas las gradas. Muchos pasaban casi rozándonos, y a alguno que llevaba gorra le pusieron el ave en sus cabezas. Nos quedamos con la boca abierta.
Lo siguiente que vimos fue A pluma y espada, una obra con tres niveles de escenario con distintas secciones móviles y varias alturas que narra una aventura, como las películas antiguas, de Lope de Vega para salvar al rey de un peligro. Mucha pelea, mucho baile, actores y caballos perfectamente sincronizados.
Luego, tras visitar a los animalillos de la granja, fuimos a la función de El último cantar, que narra la historia del Cid. Otra sorpresa. Llegas y ves una pantalla muy grande panorámica, así que piensas que será el fondo de distintos escenarios. Pues no. La grada gira y se van desvelando distintas ambientaciones a lo largo de las cuales sucede la historia, de nuevo muy bien narrada y coreografiada. Increíble. 
Salimos de allí muy apenados por no poder ver El sueño de Toledo y decididos a volver todos los años. La entrada es un poco cara, sí, pero vale cada céntimo.
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