Crónica: Jornadas juveniles del 37º SLIJM (sábado por la tarde)

Allí estaba otra vez, para ver finalizar las jornadas juveniles organizadas por El templo de las mil puertas. Ya empezaba a hacer mella el agotamiento (demasiado tiempo en el transporte público, subida a mis botines y corriendo de un lado para otro), pero pintaban interesantes (y lo fueron).

La primera mesa tenía como título «Va de premios y premiados» y contaba con la presencia de Rocío Carmona, César Mallorquí, Care Santos y David Lozano. Contaron lo que estaban haciendo cuando les comunicaron la noticia, lo que sintieron y alguna que otra anécdota. También se habló de los premios literarios y los supuestos tongos, un debate siempre interesante, porque muchos premios no dan sensación de transparencia. Sin embargo, los autores aseguraron que en los que les dieron sí que se percibe transparencia, y de hecho algunos han hecho de jurado. Además, contaron algunas cosas negativas que no se valoran bien en los jurados, aunque aseguraron que no se puede escribir un libro pensando en un premio en específico.
La siguiente mesa fue de lo más interesante. En «Los escritores también se equivocan», Jorge Gómez Soto, César Mallorquí y Care Santos (y la ausencia de Esther Sanz, que me jorobó bastante porque había cargado con el libro desde Alcorcón para que me lo firmara... si lo sé me lo llevo por la mañana ¬¬) los autores hablaron de los errores que cometieron en su día y los que son más fáciles de cometer por los escritores novatos (intentar hacer un best-seller aunque no nos guste, creernos el ombligo del mundo, extendernos demasiado en lo superfluo, no descartar lo malo, abandonar...). Por supuesto, muchos de los consejos me los apunté ^^.
La última mesa de las jornadas era también interesantísima. Trataba los clichés en la literatura juvenil y contaba con la participación de Amy Lab, Jorge Gómez Soto, Rosa Huertas y Javier Ruescas. Se habló de los clichés, si son buenos o malos, lo inevitables que son, lo importante que es esquivarlos o darles la vuelta en las historias, cómo el lector se va al cliché al margen de la propia descripción del autor...

La mesa terminó poco antes de cerrar el salón, del que prácticamente nos echaron. Yo decidí que mejor me iba, porque estaba agotada y además quería acabarme el libro que estaba leyendo ese mismo día sin renunciar a demasiadas horas de sueño, así que me despedí de todos hasta la próxima y me fui a casa.