No llegué muy pronto, porque ya tenía acreditación, pero aun así me sobró tiempo para dejar mis cosas y para ir saludando a cuantos conocidos se cruzaban en mi camino. A esas horas todavía estaba fresca y no cometí ningún gazapo. Porque gazapos cometí muchos: cambié el nombre a unas cuantas personas, dejé plantadas (literalmente, pero sin querer) a dos personas que querían que les firmara Amigos o algo más, me planté delante de gente a la que conocía sin reconocerla ni saludarla, busqué a una autora durante todos los descansos y me quedé sin firma aunque estuve un rato hablando con ella y no la asocié en ese momento... Y es que ya sabéis que los eventos grandes son un auténtico caos y al final hay una confusión de caras y nombres terrible que va haciendo mayor conforme el cansancio empieza a hacer mella.
Pero bueno, vamos a lo que vamos. Después de la apertura de Merche empezó la primera mesa: contemporánea versus histórica. Intervenían Ana Iturgaiz, Menchu Garcerán, Ruth M. Lerga, Loles López, Elena Garquin y Felicidad Ramos. Fue una charla de lo más interesante que trató los límites de la novela histórica y la contemporánea, los retos a los que se enfrentan las autoras en cada género, la documentación, el panorama de la romántica histórica ahora mismo, la ambientación...
A la segunda mesa llegué un poquito tarde, porque estuve charlando y buscando firmas. Era sobre los premios literarios e intervenían Anna Casanovas, Mercedes Perles, Mara Soret, María José Tirado, Mayte Esteban y Isabel Keats. No me llamaba mucho, porque el tema de los premios literarios ya está más que tocado y no se dijo apenas nada que ya no hubiera escuchado en otras mesas de otros años. Se comentó todo lo referente a los premios, a las polémicas de si están dados o no, a si las autoras consagradas deben o no presentarse porque "quitan oportunidades" al resto, de las implicaciones de ganarlos...
Luego vino otro mini descanso que no dio para mucho: solo con la cola que había en los aseos y con un par de conversaciones llegué tarde no, lo siguiente. La verdad era que me acababa de leer uno de los libros de Christina Courtenay y no me había gustado, así que tampoco me esforcé mucho por no perderme nada, aunque una vez entré debo reconocer que la autora es muy maja y se me hizo ameno. Ha estado en Japón y de ahí que tantos de sus libros tengan relación. También escribe de muchos otros temas y géneros y su español es bastante correcto, aunque tenía traductor.
Cuando acabó esta mesa llegó el descanso de la comida y, hasta dos horas después, no empezó la segunda parte del RA. Pero eso vendrá en otra entrada.
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