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martes, 14 de abril de 2015

Uso de la cultura pop y de clásicos en los libros: ¿una mala idea?

Estás leyendo un libro y de pronto te topas con una referencia a una canción, a una película, un libro o incluso un personaje famoso. Dos posibilidades, la conoces y continúas como si nada o no la conoces y te quedas desubicado. En el último caso también hay dos opciones: cierras el libro y te pones a buscarlo (viable si solo hay una que no conozcas en todo el libro, pero no tanto si estás frente a un libro plagado de referencias) o pasas de largo y te quedas sin saber a qué viene eso.
A veces son inevitables y no suelen molestar demasiado. Por ejemplo, cuando Tessa y Will se ponen a hablar de libros, que es de lo que tienen en común, no incordia porque sabes por encima de qué van (son clásicos, es lo que tiene... aunque sigo diciendo que no debió meter el spoiler de Castle Otranto) y que esas conversaciones tienen un objetivo: acercar a ambos personajes.
También entiendo que si un personajes es músico se hable de música, o que si tiene que ver con el mundo del cine se hable de pelis o incluso de actores. Aunque no conozcas esa música o película, viene a cuento y es perdonable.
Otras veces, aunque se hable de clásicos, esa referencia no solo no viene a cuento, sino que solo sirve para dar ciertos atributos a un personaje que bien podrían contarse prescindiendo de dicha referencia. Me explico, y lo más fácil es con un ejemplo que se repite mucho:
Estamos ante una novela juvenil. Protagonista femenina. En los primeros capítulos, cuando pasa algo o se aburre, invariablemente se tumba en su cama a leer su libro favorito. Casualmente, ese libro es siempre Orgullo y prejuicio, Jane Eyre o Cumbres borrascosas. ¿Casualmente? Yo creo que no.
La escena de la protagonista leyendo uno de esos tres libros da mucha información. Primero, obviamente, que lee y que usa la lectura como forma de escape igual que... ¿a lo mejor buena parte del público al que se dirige esa novela? Pero nos dice muchas más cosas. Por ejemplo, que no lee cualquier cosa y no se deja arrastrar por las modas, sino que su libro favorito es nada menos que un clásico. Y si es su favorito significa que se identifica con la protagonista de dicho libro y toda la fuerza de esa heroína ayuda a dar fuerza al personaje que lee esa novela. 
A mí, personalmente, me molestan estas referencias. Todos los atributos que aporta la escena podrían insertarse a la protagonista a lo largo de la historia, dando la sensación de que tiene una personalidad más allá de la "chica que lee el clásico". No obstante, es más fácil quitarse de encima ese marrón al principio con una simple escena y dedicar el resto del libro a los babeos de la chica por el tío bueno (cosa que, por supuesto, se carga todo lo que pretendía transmitir sobre ella y manda mensajes contradictorios).
Otras referencias que me parecen bastante molestas son aquellas destinadas a que el target se identifique con la historia. El ejemplo más evidente que he leído en mucho tiempo es Aventuras y desventuras de Mari Loli Baker en el ciberespacio. No me malinterpretéis, la historia no me disgustó, pero está plagada (y digo plagada) de referencias a la cultura pop de la movida. Lo cual está muy bien... para los que vivieron la movida. Pero yo nací diez años después, así que esas referencias no me dicen nada, me pierden, evitan que lo pille todo.
También tenemos las referencias a los últimos grupos, las novedades literarias o de cartelera... que no son mucho mejores. Casi siempre en libros pensados para que haya un boom con ellos y luego se olviden. Estas referencias tienen una consecuencia clara: no solo acotan el público al que se dirigen, sino que tienden a quedar desfasadas. Por ejemplo, no sé en qué libro leí (era de esos que se cuentan en primera persona, no recuerdo mucho más) en la que decía algo así como (refiriéndose al tío bueno): "Se parecía a Nick". Y yo me quedé con cara de tonta preguntándome quién leches era ese. Al rato me percaté de que se refería a Nick Carter de los Back Street Boys. Lo cual a lo mejor tenía sentido cuando ellos estaban de moda, pero si lo lees cinco años después de su publicación no tienes ni idea (y eso que yo era muy fan de los BSB de pequeña).
Igual pasará dentro de cinco años con los libros que usan como objeto de comparación a Robert Patison o a Justin Bierber. Con estas referencias los libros pierden su atemporalidad y se condenan a que, al menos una parte de ellos, "caduque" en la mente de los lectores. 
Teniendo esto en cuenta, ¿no sería mejor que en vez de andarse con comparaciones el autor dedicara un par de líneas a describir al personaje?
En definitiva: referencias sí, pero solo cuando son imprescindibles. Si el autor las usa para ahorrarse el trabajo de describir o para ganarse a un tipo de público, quizás debería plantearse reducirlas o incluso eliminarlas por completo.
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1 comentario:

  1. Es un punto de vista interesante, no lo había tomado por ese lado pero es un buen planteamiento. Ahora que recuerdo, he leído algunas novelas con esas referencias, no muchas pero que aparecen en ciertos momentos, pero no me han molestado. Ahora, si aparecen todo el tiempo me parece que si me va a molestar. Es como si la personalidad del personaje fuera apareciendo a medida que lo va escribiendo para tener relleno y no pensar mucho.
    Besos.

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