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martes, 30 de diciembre de 2014

Claves para que la presentación de tu libro sea un éxito

La presentación de un libro puede ser prescindible, pero bien llevada resulta una buena acción de comunicación. Igualmente, mal hecha puede llevar a los lectores potenciales a pensar que el libro no merece la pena ser comprado. Yo he estado en presentaciones maravillosas en las que, a pesar de que no tenía intención de comprar un ejemplar, he salido tan impresionada que volví a casa con el libro firmado. Al contrario solo me ha pasado una vez, pero no negaré que se me quitaron todas las ganas.
Como heacudido a tantos eventos, se me ha ocurrido poner por aquí algunas de las cosas que, para mi gusto, hacen que sea un éxito (o al menos no acabe en estrepitoso fracaso):
Elegir un lugar adecuado.
No solo que sea fácil de encontrar, sino que además tenga un tamaño adecuado y, a poder ser, que encaje con el libro. El mejor ejemplo, la presentación de Aventuras y desventuras de Mari Loli Baker en el espacio.
Investigar otros eventos.
Es de sentido común: ante dos presentaciones, a no ser que tengas relación con el autor, la gente (especialmente blogueros y los de prensa) tiende a ir a la que será más espectacular, a la del libro mediático... Echando un vistazo a los eventos que se van a hacer y eligiendo una fecha apropiada evitarás que potenciales asistentes vayan a otra cosa.
Que sea a una hora razonable.
No empieces demasiado pronto, pero calcula que la cosa acabe antes de las 21:30 (me perdí la presentación de Marc Levy por eso mismo y me dio una rabia tremenda). Calcula que la presentación en sí durará una hora (contando minutos de cortesía) y que luego van las firmas, así que tienes que dejar margen de treinta minutos a una hora, dependiendo de cuánta gente creas que va a aparecer. Vamos, que nunca deberías empezar antes de las 20:00, salvo en casos excepcionales en el que la presentación así lo requiera.
Dejar cinco o diez minutos de cortesía.
Incluso más tiempo si no es en pleno centro. La gente viene de otros sitios, se pierde, el transporte no suele ser puntual... Así que, dándoles algo de margen quedas muy bien y, lo que es mejor, evitas las interrupciones.
Usar un tono oportuno para el libro o género literario al que pertenece.
No uses un lenguaje rimbombante y académico para un libro chick lit, juvenil..., ni uses un tono informal y pachanguero para una obra más seria. Los asistentes notarán la disonancia al minuto y no resultará creíble.
Contar con un presentador oportuno y relevante.
Puede ser tu editor, otro escritor, un bloguero reconocido, un artista... Lo que no puede ser es un coleguita, ni un familiar, ni un personaje o una eminencia de algo que no tenga que ver con el tema a tratar. Salvo que sea muy famoso y te vaya a inflar las ventas. Sigue sin ser del todo relevante, pero la gente entenderá qué hace esa persona ahí.
Que el presentador se haya leído el libro.
No hay nada más evidente, pero os sorprendería la de veces que pasa. «Si no se lo ha leído ni el presentador», se preguntarán los asistentes, «¿para qué me lo voy a leer yo»
Hablar del libro.
Otra evidencia que no siempre se cumple. El público va a oír sobre el libro, la trama, los personajes, el proceso hasta que estuvo acabado, hasta la elección de la portada o el título. Nadie va para escuchar el currículum del autor o los asistentes, para escuchar la misma matraca sobre la polémica de turno (no sé la de chapas que me he tragado sobre el boom de la erótica en todo tipo de presentaciones... siempre la misma conversación) o para que le intenten vender algo que no tiene relación directa con el libro.
Nada de spoilers.
Si vas a hablar de partes importantes, especialmente las que lleven sorpresa, asegúrate de que todos y cada uno de los asistentes han leído ya el libro (o los libros anteriores). Si hay una sola persona entre cientos que no lo ha hecho, aunque solo sea por respeto debes evitarlo.
Cuanta más interacción, mejor.
No solo se trata de una ronda de preguntas, sino de hacer que el público se sienta inclinado a preguntar, despetar su interés. Que la presentación sea cercana, una conversación y no un monólogo, ayudará a ese objetivo.
Hacer que cada asistente se sienta acogido.
La actitud de "qué bien que viniste" es mil veces mejor que la de "vaya mierda, viniste sólo tú". Y, a la hora de firmar, una sonrisa y un "¿lo has leído ya?" es sin duda mucho mejor que un simple "dime tu nombre" y una cara avinagrada. Si haces que el asistente no se sienta cómodo, no solo hablará mal del acto... no volverá a ninguno más.
Sorpresas.
No son obligatorias, pero si las hay ayudan a mantener viva la atención del público. No obstante, requieren cierta planificación y deben ser coherentes con el tono de la presentación.
Regalos y catering.
Igual, no son obligatorios, y el público los agradece, pero tienen que ser coherentes con el libro... y con los asistentes. Uno de los ejemplos que se me ocurren es en varias presentaciones de Versátil. Vale que sirvas un cóctel. Pero deberías pensar en una alternativa para los que no beben alcohol. Que sea un libro para adultos no implica que todos los asistentes quieran alcohol. A mí, personalmente, no me gusta ni su sabor ni su olor bajo ninguna de sus formas. Es más, puede haber algún alérgico a los ingredientes de ese cóctel en concreto. Pero siempre que preguntaba si tenían algo sin alcohol me encontré con un no rotundo. Semejante despliegue para que luego la impresión general se deteriore por no haber pensado en eso...
No insistir si algo no funciona.
Se ha estropeado el micro, acéptalo. No insistas en destrozar los oídos de los asistentes y fingir que no pasa nada. No puedes reproducir ese maravilloso vídeo que tenías preparado, déjalo estar. No tengas a los asistentes esperando de brazos cruzados media hora mientras lo solucionas: ficha a alguien para que lo haga por ti mientras sigues adelante y, si no lo arregla, proporciona un enlace donde la gente lo pueda ver. 
Hay mil cosas que pueden salir mal. El empeño en seguir el planing solo las empeora. Lo que me lleva a lo siguiente.
Dejar espacio a la improvisación.
No es solo por los imprevistos, seguir un guion demasiado rígido puede hacer que todo parezca forzado y poco natural. Y no está mal llevar alguna nota, pero de ahí a leer un discurso completo...
No saturar ni alargar demasiado.
A veces, pasarse con las sorpresas o los extras puede ser contraproducente. No todos los libros se prestan al espectáculo, ni todos los espectáculos son tan espectaculares como se planeaban. Y si vas a leer un fragmento, por lo que más quieras: que sea cortito y representativo. Tampoco es conveniente que se alarge más de tres cuartos de hora. 
Desde luego, si ves a más de tres personas del público mirar el reloj cada pocos minutos, empiezan a sacar el teléfono para chatear/jugar al angry birds o empieza a oírse el runrún de conversaciones al fondo, deberías ir cortando.

Y eso es todo... ¿se os ocurren más claves para que la presentación de un libro sea un éxito? 

www.marketingyserviciosliterarios.com
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1 comentario:

  1. Muy bueno!!
    Lamentablemente en mi pis hay muchos eventos que dejan mucho que desear, una lastima, ojala todos lo pusieran en practica, ni modo.
    Besos.

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¡Mi opinión no es única! Da la tuya: eso sí, con educación. Si has reseñado los libros que comento puedes mandar el link para que lo enlace también. No permito enlaces no relacionados con la entrada.

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